una cucharadita rasa de sal fina
300 gr. harina
una cucharadita de levadura royal o bicarbonato,
aceite abundante, para freírlos
Azúcar glas, para servir
Elaboración:
Calienta el agua con la sal. Si el agua del grifo tiene sabor a cloro puedes añadir un trocito de corteza de limón. Una vez que el agua esté tibia, justo que se puede meter el dedo sin quemarse, aparta y quita la corteza de limón.
Añade la harina, mezclada con la levadura o bicarbonato, poco a poco. Remueve bien hasta que quede una masa fina y sin grumos, no muy espesa.
Pasa la masa a una manga pastelera con boquilla rizada mediana y fríe en abundante aceite bien caliente. Puedes hacer tiras de masa, o lo tradicional roscas más o menos grandes.
Saca cuando estén dorados y escurre sobre papel de cocina. Sirve bien calientes, espolvoreados de azúcar glas.
Trucos.
La temperatura del agua es importante, ya que admitirá más o menos harina según sea. No conviene añadir mucha levadura, ya que entonces quedan demasiado hinchados y toman mucho aceite, haciéndolos indigestos.
El aceite debe estar muy limpio, y no debemos usar aceite de haber frito pescado, carne o vegetales, ya que tomarían sabor. Personalmente prefiero usar a aceite de girasol, pero se puede usar aceite de oliva suave.
El aceite debe estar a suficiente temperatura, en torno a 180-200º máximo. Para calcularlo deja caer un poquito de masa y comprueba que se dora adecuadamente. Si estuviera demasiado caliente se nos quemarían. Si la temperatura es muy baja, la masa se empaparía de aceite.
Via: directoalpaladar